Debighshire

Gabriel camina cortando la tersa noche con su espigada silueta, la capa ondea arrebatada por el viento, afina su vista ya que la bruma es bastante espesa, transita sin rumbo extasiada por lo vivido, sus dedos acarician los órganos robados, húmedos aún de la sangre de la infeliz prostituta, las incesantes voces dentro de la cabeza se regodean en un cúmulo desorbitarte de ruido.

 

-¡¡¡Eso fue delicioso!!!- Exclama una de las voces.

 

Unos pasos apenas perceptibles se escuchan a su espalda, parece que la siguen, mantiene el mismo ritmo, da vuelta en una esquina quedándose oculta en las penumbras, los pasos se escuchan más cerca hasta que aparece el anónimo sujeto, parece un sirviente elegante. Gabriel salta sobre él derribándolo, ambos caen al mugriento suelo mientras ella ríe desquiciada lo inmoviliza quedando arriba de él.

 

-Dos títeres en un día, serás un buen ejemplar- Susurra mientras empuña el cuchillo en alto para clavarlo en el nuevo juguete que ha encontrado.

 

-¡Alto! ¡La señora Mayfair me ha enviado!- Exclama, un semblante de terror se refleja mientras coloca ambas manos al frente como tratando de impedir el ataque.

 

Pero es tarde, la hoja se incrusta hundiéndose en el hombre, un gemido de dolor escapa de los labios masculinos. Gabriel hace una pausa al escuchar el nombre de su protectora. Para corroborar lo que él dice acerca la nariz olfateando el perfil subyugado por el dolor, puede hurgar cada peste que emana de él.

 

-Vaya, vaya, así que Bianca está aquí- Ladea la cabeza observando la faz del sirviente, retuerce el cuchillo que está alojado en el hombro a la altura de la clavícula, ríe antes de exclamar –Dile a Bianca que la espero en la mansión principal, debo tratar un asunto muy importante con ella-  Retira el cuchillo de la herida, mientras se pone de pie no pierde de vista al caído sujeto, la psicópata lame el cuchillo probando la dulce sangre, de la bolsa de su pantalón extrae los órganos de la prostituta y los arroja sobre el empleado –Dáselos a Bianca, di que es un presente mío. Hoy corriste con suerte, para la próxima no seré tan generosa- Es lo último que dice mientras se aleja.

 

Cuando llega a la mansión Mayfair el primero en recibirla como siempre es Anthuan, son casi las cinco con cinco de la mañana.

 

-Señora su baño está listo- El mayordomo camina detrás de Gabriel que se dirige a su recamara.

 

-¿Dónde está Gallaguer?

 

-Se ha ido en dirección a Denbighshire, parece que ahí tiene una propiedad-

             

-Investiga la donde es exactamente, mañana iré por él-

 

-Sí señora como usted diga- Hace una pequeña pausa mientras ayuda a desvestir a Gabriel –Hay rumores que en algunos poblados hubo asesinatos, usted sabe, muy al estilo de Izart. Los homicidios llevan un esporádico patrón pero muy obvio, parece que se dirige a Noruega. Dicen que lo acompaña una chica de cabello pelirroja-

-¿Nin?-

 

-Sí, ella lo acompaña- Anthuan toma la ropa manchada de sangre doblándola y colocándola sobre una silla.

 

-Quiero que estés al tanto de esos dos, contacta a la gente que tenemos en Noruega. Que estén  pendientes y me informen en cuanto ellos lleguen allá. Manda un telegrama donde diga que quiero a Nin de vuelta- Gabriel sumerge su desnudo  cuerpo en la tina de porcelana.

 

Anthuan contempla embelesado aquella imagen.

 

-Así será, sus órdenes se acataran al pie de la letra-

 

-Bianca está en Londres, si su lacayo sobrevive para darle el mensaje, espero tenerla acá pronto- Hace un ademán con su mano -Retírate quiero estar sola-

 

Anthuan sale llevando consigo las  prendas teñidas con sangre para deshacerse de ellas.

 

El día llega impetuoso, los mozos de la mansión circulan dando vida a esa residencia, los empleados de mayor confianza son los encargados de mantener y alimentar a los vampiros que se encuentran en letargo, Hinata la bella mujer que salvo la vida de Gabriel se encuentra en su féretro justo a lado del Vladimir el maestro de la andrógina chica.

 

El rumor en las calles corre como reguero de pólvora, ya la policía encontró el cadáver de la prostituta, la Gaceta de Londres escribe un artículo refiriéndose al hecho, por lo brutal del asesinato las personas se escandalizan.

 

Cerca de la tarde un muchachillo llega corriendo a la mansión Mayfair y entrega una nota para Anthuan, en ella dice la dirección exacta donde se aloja Gallaguer.

 

Todo transcurre sin menor sobresalto hasta caer la noche, Gabriel sale de su habitación con un vestido de gasa largo y el cabello suelto hasta los hombros, su pálida piel tiene impregnado el olor a esencias aromáticas orientales, se dirige al estudio, el lugar está plagado de libros antiguos muy preciados para Bianca, la estancia es iluminada por una chimenea, Anthuan coloca sobre el escritorio el periódico y la dirección de Gallaguer, el viejo jala la silla para que su amo tome asiento.

 

-Aquí está todo lo que me pidió-

 

Gabriel toma la gaceta para leerla e inevitablemente una mueca burlona se dibuja en sus facciones.

 

-Creo que seré famosa- Ríe mientras arroja el periódico a la chimenea, el fuego hace una pequeña llamarada al consumir el papel, toma la nota donde está la dirección requerida –Voy a ver al bastardo- Hace una seña y un mozo que maneja el carruaje llega, Gabriel le entrega el documento –Llévame aquí- Y sale en busca de Gallaguer.

 

El traslado dura poco, el coche queda justo enfrente del lugar indicado, sin perder tiempo Gabriel entra, cuando ella empuja los barrotes de la entrada parece llamarle la atención la cadena rota y el candado en el suelo yace forzado, llega a la puerta, una mujer sale cruzando el camino de la recién llegada, parece una chica de unos diecinueve años de edad, algunos mechones de cabello rubio sobresalen del gorro y despide un pútrido olor a sexo. Gabriel la sujeta con fuerza por uno de sus brazos y la estrella en la entrada. La psicópata tiene tan agudo el olfato que puede saber con quién la chica tuvo relaciones, la jovencita tiembla como hoja ante el acoso, Gabriel la ve fijamente como si la quisiera fulminar.

 

-Si vuelvo a oler la peste de Gallaguer en ti, juro que no dudare en mutilar tu mísero cuerpo- Vocifera frente al rostro de la chica asustada, la arroja con fuerza al suelo, acto seguido propina una fuerte patada en los genitales de la desdichada. Gabriel ve con desprecio a la doncella, después la ignora y se adentra buscando al tipo -¡Ey maldito! ¡Sal de donde quiera que estés escondido, debemos hablar de negocios!-

 

 

 

By Gabriel

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